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Hoy es 7 de septiembre…hummm… Venga, va, que hace mucho que tengo abandonada esta maravillosa sección de Guilty Pleasures, y últimamente veo que los seguidores de la página os habéis venido muy arriba. Si con esta entrada no hundo definitivamente la (escasita) reputación de esta bitácora, entonces es que no hay nada que hacer: seguiréis confundiendo verborrea con cultura musical, y muy probablemente algún día  -demasiado tarde- descubriréis el engaño.

Ah, Mecano. Qué tema tan difícil, los Mecano. Referirse a ellos es referirse, sin titubeos, al grupo más exitoso de la historia de la música pop en España, y al mismo tiempo señalar a los autores de las mayores atrocidades en lo que se refiere a eso de ponerle letras a la música: hasta en aquello fueron los más grandes. A fin de cuentas, conseguir que las masas coreen con lágrimas en los ojos barbarismos (hoy convertidos en mito) como «te dije: nena, dame un beso / y tu contestates que no«, no está a la altura de todo el mundo. Y me veo obligado aquí a hacer un punto y aparte, simplemente para recordar (ES NECESARIO) que el trío integrado por Ana Torroja, y los hermanos Jose María y Nacho Cano es el firmante de algunos de los versos más alucinantes (en el mal sentido del término) de la historia del pop de este país: ahí va mi personalísima selección.

«No hay marcha en Nueva York / Y los jamones son de York» («No Hay Marcha En Nueva York«, Descanso Dominical)

«Y lo siento por mi novia y el cristal que me cargué / me escapé por la ventana y en picado me lancé /
pero tuve mala suerte y cuando iba a remontar/ me volvi otra vez humano: no faltéis al funeral» («Aire«, Ya Viene El Sol)

«Hawaii-Bombay / a la luz del flexo / Hawaii-Bombay / nos damos un bexo» («Hawaii Bombay«, Ya Viene El Sol)

«Y ese algo que soy yo mismo/ es un cuadro de bifrontismo / que sólo da una faz» («Me Cuesta Tanto Olvidarte«, Entre El Cielo Y El Suelo)

«Magdalenas del sexo convexo» («Cruz De Navajas«, Entre El Cielo Y El Suelo)

«Yo también me voy / no sea que el monarca / me enfile por Detroit» («El Peón Del Rey De Negras«, Aidalai)

y la sencillamente indescriptible, insuperable, incontinente:

«Si le chirría el cojinete / acompáñala al retrete»  («Bailando Salsa«, Aidalai)

Dicho lo cual, creo que queda claro que uno no puede tomarse demasiado en serio la música del trío, o que al menos no debería tomársela más seriamente de lo que lo hacían los autores de tan delirantes versos, no sé si por pura ingenuidad, o porque realmente eran unos punks, y cegados por su aspecto (esas hombreras, esos peinados, ese torso sudoroso de Nacho Cano reconvertido en tecnológico Ecce Homo) fuimos incapaces de darnos cuenta. Y cerramos aquí el apartado de gracietas (quemadísimas en las tertulias de cualquiera que haya cruzado el umbral de los treinta años, por otra parte) y empezamos el apartado expiatorio, porque si esta canción está hoy aquí, es evidentemente porque aún no he conseguido evitar que me guste.

Empezaré a lo grande, sin tibiezas: «El 7 De Septiembre» podría haber sido una de las mejores canciones del synth-pop  tardío de nuestro país, si versos tan horribles como «que aunque empeñados en soplar, hay llamas que ni con el mar» no hicieran que nuestro entusiasmo se ahogara en un gesto de disgusto. Y sin embargo, justo después de semejante despropósito, llegan esas tres líneas

«El 7 de Septiembre / es nuestro aniversario / y no sabemos si besarnos en la cara o en los labios»

y no me queda otra que ceder. Mierda, me fastidia reconocerlo, pero eso está bastante bien.

Los Mecano de «Aidalai» (1991) venían de convertirse en el grupo más vendedor de la historia del pop español con «Descanso Dominical«, y les salió un álbum raro, pero exitoso. Empeñado en tocar todos los temas y, lo que es peor, todos los géneros (la aproximación a la salsa en «Bailando Salsa» o el flamenco en «Una Rosa Es Una Rosa» son directamente dos de los capítulos más vergonzosos de nuestra educación musical), el disco se convirtió sin querer en eso que llaman el «canto de cisne» de la banda madrileña, lo que no quitó para que se vendiera como churros (450.000 copias en los dos primeros meses desde su publicación, al loro), y convirtiera a un montón de padres en forzosos acompañantes de sus ilusionados y pre-púberes hijos en el primer concierto de sus vidas. Y he de reconocer que tenía canciones  («El Fallo Positivo«,  y quizás hasta «El Lago Artificial«) que, tal vez interpretadas en una lengua que no fuera capaz de entender, no me parecerían tan mal. (El instrumental «1917» estaba pasadísimo de rosca, pero juro que durante una temporadita, pecadillos de juventud, fui adicto a esta composición de Nacho Cano inspirada, jajajá, en la revolución rusa, y que ahora me suena a descarte a Luis Cobos).

Seamos justos: el primer sencillo que extrajeron del álbum no es precisamente «Live Bed Show«, pero esta historia de ruptura inacabada a muchos -me consta- nos toca la fibra sensible. Como el triste reverso de aquella «La Fuerza Del Destino» (esa también me gusta: perdón) que nos presentaba a sus protagonistas en el inicio de una relación, el tema compuesto por Ignacio Cano Andrés esboza en apenas unas líneas la extrañeza que sustituye a la costumbre, cuando aquello se ha terminado; y nos introduce a unos Mecano más maduros y menos naif de lo acostumbrado.. En la magistral canción de Pulp, es una (mala) historia de amor que no se atreve a reconocer su fracaso, y es prolongada en un acuerdo tácito pero artificial; en la de Mecano, todo funciona a la inversa, y es un amor que no acaba de desaparecer del todo el que se empeña en negar la ruptura. No, no las estoy comparando, pero dejad que me alivie un poco del complejo de culpa, joder, que estoy escribiendo una entrada sobre los antepasados de La Oreja de Van Gogh, y no es fácil, creedme.

El caso es que los datos están ahí: la canción gustó, y mucho. Repitieron la jugada que tan bien les había funcionado con discos anteriores, y  al igual que los restantes temas del disco, fue traducida a otros idiomas (francés e italiano): le pese a quien le pese, el éxito del grupo había traspasado las fronteras y Mecano se habían convertido en uno de los grupos más exitosos de Europa e Hispanoamérica. No deja de ser por tanto paradójico que, en plena borrachera de éxito (¿cúantos grupos nacionales han vendido en su historia 25 millones de discos?), se precipitara el fin del grupo: la rivalidad entre los hermanos Cano y el hastío de su vocalista después de una mastodóntica gira propiciaron la que habría de ser la primera separación no oficial. Planteada como un «alejamiento de los escenarios» que inicialmente había de durar tres años, al final les mantuvo el doble de tiempo lejos del público, y cuando en 1998 el grupo reaparecía con el típico recopilatorio pre-resurrección («Ana / Jose / Nacho«) habían pasado ya demasiados años, demasiadas cosas en sus itinerarios personales (demasiada silicona en los labios, también) y ninguno de sus miembros -especialmente, Jose María- supo encontrar la motivación para relanzar la trayectoria de la banda. Y ya está, se acabó.  Se acabó  Mecano y se  termina aquí -de momento- la convivencia entre este blog y el grupo más mainstream que ha conocido nuestro país: mejor no lo digo muy fuerte, vaya a ser que un día se me cruce un cable, y me de por escribir una entrada sobre «Japón«, «Maquillaje«, o «En Tu Fiesta Me Colé«, que me conozco. Vamos, no os cortéis: distrutarla en silencio, o empezad de una vez con los insultos.

4 pensamientos en “El 7 De Septiembre – Mecano

  1. Brillante! Aunque tengo que reconocer que no he podido escucharla entera… es de aquellos grupos que mi mente se ha olvidado y bien que está.

  2. Jajajaja! Yo tengo todavía el vinilo de Descanso Dominical. Me lo regalaron mis hermanos mayores en mi catorce cumpleaños con «like a prayer» de Madonna. Era el momento de empezar a escuchar «música moderna». Estoy con Cuñati (Isa??), you make gold with shit.

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