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Pues que me gusta mucho a mí la cosa esta que hace Winston Yellen, qué le vamos a hacer, y aquí tenemos otra vez al malote que suspiraba  (y qué bien lo hacía) por «Ramona«, asomándose a la ventanita de The Songs We Love.

El caso es que el chico anda ahora (acompañado como de costumbre por sus fieles escuderos Juan Solorzano, Abe Yellen y Caleb Hickman)  haciendo kilómetros en los Estados Unidos, en una gira que inicialmente iba a realizar de forma conjunta con Lord Huron, y que finalmente, por motivos que se me escapan, parece que tendrá que contar con otros acompañantes.
El caso es que sólo un año después del brillante «Country Sleep«, los de Nashville han publicado una pista que no, no es el avance del disco que debería dar continuación a aquel debut, pero sí, suena igual de chulo, y en las mismas cooordenadas sonoras (esa épica reposada, tallada sobre las más nobles maderas con el cincel de la pérdida) que las mejores canciones de aquel.

Dadle sólo un minuto a «Head For The Hills» y os habrá ganado: lo que empieza como un tema melancólico e intimista se revela a partir del segundo 58  (justo después de “I’m off, into the darkness. Outed, fucked by the savage hurt”) como un auténtico festín. ¡Splash! La voz de Winston Yellen se estrella contra un hermoso muro de slide guitars, bríosos arreglos de cuerda y una poderosa sección rítmica, como una ola embiste contra un espigón: una y otra vez, una y otra vez, batiéndose en retirada sólo para volver a estrellarse contra él. El tema en cuestión es un viejo conocido para los afortunados que han podido ver el directo del muchacho en este pasado 2013, generalmente sonando justo al final de los conciertos, pero no ha sido hasta ahora que se ha publicado en Dead Oceans, como un descarte de aquel primer disco. Ay, las caras B: ya podían ser todas así de buenas.

Pues bien, lo cierto es que sin dejar de sonar a ellos mismos, encuentro que sin embargo el tema apunta a una nueva dirección, más afilada y brillante. No sé si me explico  bien si digo que Night Beds nunca me han sonado tan grandes, y sin embargo creo que justamente de eso se trata. ¿Hemos de pensar, por tanto, en un segundo disco más ambicioso, más soleado? Es pronto para decirlo (sobre todo si tenemos en cuenta que, por lo que parece, el tema se grabó en las mismas sesiones que aquellas primeras 10 canciones), pero mientras esperamos a tener la respuesta, qué maravilla sentir en la cara el tibio calor de estos rayos.

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