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Sólo hay un disco que espere con tanta ansiedad ahora mismo como el «Bankrupt!» de los franceses Phoenix, y es esa hipotética continuación del debut de Alex Turner y Miles Kane bajo el alias de  The Last Shadow Puppets, del que de momento no hay noticias. Rumores los ha habido a puñados, pero a falta de una confirmación oficial en este año de estruendosos comebacks, me temo que por el momento habrá que ir tirando de los de Versalles, de los que por cierto ya hemos visto hasta el melocotón de su portada. Del genial dúo que (Owen Pallet mediante) nos dejó boquiabiertos en 2008, ya digo: de momento, nada.

Creo que las altísimas expectativas están de sobra justificadas: como del cerdo, del primer álbum de The Last Shadow Puppets se aprovechaban hasta los andares. Si nos ponemos a hacer el ejercicio de señalar discos de debut tan redondos como «The Age Of Understatement»  en la última década, no creo que nos salieran tantos ( A ver… ¿»Forget» de Twin Shadow? ¿el de los XX? ¿Butcher Boy? ¿Villagers?… no se publican muchos así) y es que hablamos de un disco en el que acabamos antes hablando de las canciones que NO podrían ser singles, que de los temas con los que The Last Shadow Puppets podrían conquistar  el mundo.

Vamos a hacer repaso: Esa primera barbaridad que abre (y da título) al disco, el mismísimo cielo con (ahora vamos con ella) «Standing Next To Me«, el romanticismo a lo John Barry  de «Calm Like You«, el trepidante western de «Separate and Ever Deadly«,  luego va «The Chamber» (¿Existe algún arranque de canción más perfecto que ese «Leave yourself alone...»?)…buf… Vamos sólo por la mitad, y aún tendría que glosar las excelencias de cosas como (el score perfecto que John Barry no llegó a grabar para una de las pelis de la saga 007) «My Mistakes Were Made For You«, «Black Plant«, «Meeting Place«..vale, vale, lo dejo, lo dejo. Una pasada, vamos.

De modo que está claro que, y supongo que en esto hay cierto consenso, resulta muy difícil quedarse con una pista de tan asombroso lote: de momento aquí está este post dedicada a la que fue -es sólo mi opinión, lo recuerdo una vez más- la mejor canción de todo 2008. En «Standing Next To Me» se subliman todas las señas de identidad de  la banda: clasicismo en el sentido que Scott Walker dio a esa palabra, apuntes cinematográficos, ecos de los mejores The Beatles, y una desarmante facilidad para construir melodías intrincadas en las que uno se perdería por el resto de sus días, que sólo he alcanzado a ver en gente como Bryan McLean. Esos dos minutos y medio son apenas unos apuntes de la perfección, unos retazos de una belleza extrema que, sin necesidad de levantar la voz, conmueven más que toda la discografía histérica de Muse. Oh, por favor, que vuelvan ya, que no alarguen más esta espera. De momento,  y a falta de esa noticia que nos haría felices a tantos, su «Age Of Understatement» es todo lo que tenemos: permanece con nosotros, sí. Y además, para siempre.

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