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Lo siento, pero NO. Es que no puedo evitarlo, lo siento, se me encoge un poquito el corazón: la talla del gran Giorgio Moroder es lo suficientemente importante como para que uno desee verla siempre sobre un pedestal, y me temo que el anuncio que ha realizado hoy, anticipando el que será su primer disco en veintipico años, no es exactamente lo que uno considera una buena noticia. Me explico:

Para empezar, está la cuestión de las colaboraciones: habrá a quien lo de leer que el septuagenario se ha hecho acompañar de gente como Charli XCX, Sia, Britney Spears, Kylie Minogue, o Mikky Ekko le parezca una cosa de lo más excitante. A mí no. Llamadme antiguo, pero ni soy devoto de los anteriormente mencionados, ni creo que puedan aportar algo relevante a la música de una figura que fue tan avanzada como Moroder: ojalá me equivoque.

Y, prejuicios aparte, está la cuestión de la pista con que hoy ha avanzado la noticia. Me encantaría que «74 Is The New 24» fuera algo muy distinto, excitante y novedoso como lo fueron tantas y tantas canciones del genio italo-germano, pero no es así. Giorgio Moroder podría haber seguido viviendo de las rentas, disfrutando de un retiro tachonado de reconocimientos y premios, después de una aportación a la historia de la música que sólo puede calificarse de fundamental, pero supongo que el hormigueo que comenzó a sentir cuando los Daft Punk le rescataron para su «Random Access Memories» -ya sabéis, ese disco que a algunos gustó tantísimo, y a otros muchos no tanto- fue sólo la génesis de un deseo mayor. Volver ¿por qué no? Reivindicar para sí un trono que el mismo talló, el de rey de la música de baile, disfrutar en activo de un status que desde la distancia seguramente no resultaba tan satisfactorio. A fin de cuentas, aquella pista-homenaje llamada «Giorgio By Moroder» había recibido parabienes y loas como pocas del comentadísimo disco de los franceses, pero la nueva morodermanía no iba a quedarse ahí: en seguida llegaron las invitaciones a las fiestas VIP y los desfiles, las sesiones como DJ (un papel que, en realidad, nunca había desarrollado en su carrera pública), el agasajo que tenía más de moda que de verdadero reconocimiento a los logros del simpático abuelete con ojos de pícaro y bigote magnífico.

Me fastidia todo esto, la verdad. Él no lo necesitaba, nosotros tampoco, y menos aún para hacerlo así, con un tema que gustará mucho en algunas discotecas de extrarradio, pero que encuentro -voy a decirlo-  decididamente vulgar y zapatillero. Y que conste que soy el primero que (ojalá se hubiera quedado en eso) aplaudió la inesperada publicación de «Racer«, tan retrógada y poco ambiciosa como esta pista de hoy. Pero, no sé, quizá en aquel tema de 2013 había una coartada -a fin de cuentas, se trataba de poner banda sonora a un videojuego- que admitía una cierta ligereza, o quizá el regusto kitsch del mismo, con un homenaje nada disimulado a los años ochenta, me ablandó de un modo que ahora no es posible… Porque «74 Is The New 24» tiene un vídeo muy chulo, con una estética muy apropiada, pero es lo único bueno que puedo decir del tema: lo demás trae a mi mente imágenes que yo, particularmente no echaba de menos. Coches tuneados, canis embutidos en una camiseta a punto de estallar, gente que se lleva el pulgar y el índice a la boca para chiflar en las discotecas mientras hacen los cuernos con la otra mano en alto. No es clasismo: simplemente, no es lo mío. Se supone que tras escuchar la pista, deberíamos creer que efectivamente los se-ten-ta-y-cua-tro años de Moroder son los nuevos veinticuatro, pero cuando le damos al botón de reproducción, lo único claro es que 2014 suena como lo menos interesante de 1990… No, en realidad es peor aún: no logro quitarme de encima la triste sensación de que alguien – ni siquiera estoy seguro de que sea el propio Moroder- está manoseando mis sueños.

Pero hay otro Moroder, muchísimo mejor que este.  Mucha gente lo sabe, por supuesto, pero no está de más decirlo, sobre todo si algún lector de este blog todavía tiene la suerte de andar por la veintena, y todo esto le suena a batallita del abuelo Cebolleta. A los hechos me remito: no hay más que escuchar esta prodigiosa «From Here To Eternity«, que daba título al tercer álbum en solitario de Giorgio Moroder tras el pelotazo mundial de «I Feel Love«, el celebérrimo tema con Donna Summer. Aquel era un disco grabado íntegramente con sintetizadores, adelantado a la explosión del house con una cara en la que se sucedían los hits de forma continuada, y que todavía hoy en día sigue sonando moderno: como reza el tema, de ahí a la eternidad. ¿Cómo compararlo, entonces, con este intento de volver a la palestra por la vía del subidónsubidón más chusco? Porque más allá de las evidentes diferencias sonoras, hay una oposición fundamental entre una pista y otra: la primera sólo vamos a escucharla en honor al pasado de su autor, mientras que la segunda es la obra de un genio, intentando imaginar (no sólo intentándolo: anticipándolo, en realidad) cómo sería la música del futuro.

Un pensamiento en “From Here To Eternity – Giorgio Moroder

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