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Esta es, sin lugar a dudas, una de las entradas que más se han retrasado en este año que se acaba, pero no estoy dispuesto a que pase ni un día más sin publicar un post sobre esa maravilla llamada «Falling«, que luego tocará rematar lo de la lista de canciones favoritas del año, y aquello lleva su tiempo. Vale, lo reconozco: casi inmediatamente después de publicar el dichoso post con mi selección de favoritas, empezaré a bombardearos con la (aún más) vergonzante colección de canciones que se me escaparon, y que pondrán en evidencia el escaso rigor con que aquella primera lista es realizada, pero a las simpáticas hermanas Haim no puedo hacerles eso, dejarlas ahí, para la repesca… más que nada porque llevo disfrutando de sus canciones prácticamente desde el año pasado, y muy en particular de este tema. Así que, venga, abran paso al famosérrimo trío de californianas.

¿De verdad aún queda alguien que no se haya enterado? Yo diría que no, pero por si las moscas, ahí va la mejor definición posible: lo que hacen las hermanas Este Haim (1986), Danielle Haim (1989) y Alana Haim (1991) es, básicamente, fabricar rutilantes canciones de pop pluscuamperfecto como las que sonarían en la radio el día que sus padres trajeron a casa a la mayor de ellas, desde el Hospital de Maternidad. (Claro, esto no deja de ser una licencia literaria: por lo visto, lo que estas chicas escuchaban de pequeñas era básicamente rock clásico, funk, y música de la Motown, porque el pop de radiofórmula estaba prohibido en casa debido su lenguaje soez). El caso es que con su revisión del pop más desprejuiciado, el trío se ha convertido en la sensación de la temporada: quién nos iba a decir hace unos años, que en pleno 2013 la influencia de Fleetwood Mac nos parecería rematadamente cool. (Vale, los de «Rumours» siempre han tenido un suelo firme de fans, pero tampoco diría que la suya era -hasta ahora- una música especialmente considerada entre la parroquia indie).

La historia tiene un punto hippie: padres musiqueros de esos que enseñan a sus hijas a cantar y componer desde bien pequeñitas, a las que dejan lucirse en el coro de la iglesia, hasta que pasados unos años, he aquí que tenemos a la familia al completo rodando en una furgoneta, en busca de escenarios sobre los que asentar el éxito de (va en serio) los Rockinhaim. La cosa lleva su tiempo, pero, visto lo visto, al final sale bien: el año pasado el mundo empezó a preguntarse quiénes eran esas tres chicas de Los Ángeles que hacían pop vintage, y en tan sólo unos meses, y apenas un EP, se desató la locura. En el último año y medio, las Haim (pronunciado como «Jaim») han compartido escenarios con gente de la talla de Vampire Weekend, Mumford & Sons, Florence + the Machine, o The XX; se han codeado con Pharrell Williams y Beyoncé, han aparecido en el Show de David Letterman, se han convertido en las empleadas preferidas de un tal Jay-Z, han sido versionadas por grupos tan in como Chvrches (a los que, por cierto, superaron en las nominaciones para el BBC Sound Of 2013) y ¡hala! han sido remezcladas por Moroder (aunque el resultado da un poco de bajona, para qué negarlo). En fin: todo muy tremendo, todo muy deprisa.

De modo que… ¿Hypeadísimas? Mucho. ¿Hipsterísimas? Más aún (esas cazadoras de flecos…) pero ante golosinas como las que contiene su flamante álbum de debut, pocas objeciones caben: aquella primera «Don´t  Save Me» (Gracias, Mogkumo, ésta también puedes apuntártela) con la que las descubrí el año pasado, una «Forever» cargada de electricidad nada estática, y esa joya de pop tamizado de glam que responde al nombre de «The Wire» fueron lanzadas como singles, pero en el resto del lote que compone «Days Are Gone» (hasta en sus bonus tracks: ¿está definitivamente recuperado George Lewis? Después de escuchar esa «Edge» en la que colabora con las chicas, yo hasta diría que sí) hay poco que no sea aprovechable.

«Falling» deslumbra desde su arranque: unos graves retumbantes y una chispeante línea de guitarra de inspiración funk que casi parece robada a los franceses Phoenix (con los que, por cierto, no sólo comparten aires, sino también gira) te introducen sin darte cuenta en un intachable ejercicio de pop clásico y aires ochenteros, en el que también tienen cabida unos juegos vocales de fábula (esos «Falling, Falling…» rebotando por todas partes como pelotitas de colores, qué delicia). Tan bueno, que no caben dudas respecto a la autenticidad de su propuesta: que me disculpen sus detractores (que los tienen), pero para mí lo de estas chicas está fuera de toda sospecha posible.

Pues eso: que ahora que el indie es el nuevo mainstream (Preguntádselo a los Daft Punk o a Arcade Fire, a ver si se creen el éxito que tienen), van los artistas alternativos y les da por inspirarse en la otrora detestada radiofórmula. Ah, la ley del péndulo: tal vez las Wilson Phillips ni siquiera estaban tan mal…

«And they’re calling,
Don’t stop, no, I’ll never give up
And I’ll never look back, just hold your head up
And if it gets rough, it’s time to get rough
They keep saying
Don’t stop, no one’s ever enough
I’ll never look back, never give up
And if it gets rough, it’s time to get rough
But now I’m falling, falling, falling
Falling, falling, falling,
Falling, falling, falling, falling, oh»

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