Vamos a empezar por la parte que tiene peor pinta: la canción «Witchi Tai To» es en realidad, una adaptación que realizó un tal Jim Pepper, un saxofonista jazz de raíces indígenas, de una canción tradicional que había escuchado a su abuelo y que provenía de los mismísimos indios nativos norteamericanos. Claro, dicho así, a más de uno se la habrán puesto los pelos como escarpias pensando que esto que viene a continuación es una de esas cosas horrorosas en plan «Sacred Spirit«, con bien de cánticos tribales sobre un fondito new age. Hombre: uno tiene sus debilidades, igual o más injustificables aún, pero esto sigue siendo The Songs We Love, así que no, la cosa (afortunadamente) es bastante mejor.
Vamos con el grupo: ¿Por qué están aquí los Harpers Bizarre y no el tal Jim Pepper? Bueno, pues para empezar porque aunque el trabajo de este señor fuera francamente meritorio, lo mío no es el jazz y creo que hay gente mucho más cualificada para hablar de esa primera versión. Y para continuar, porque como saben bien los que me conocen, soy un loco de todo lo que lleve colgado detrás la etiqueta «sunshine pop», y el cuarto disco de Harpers Bizarre es sencillamente el delirio.
«4» no era simplemente el número de integrantes de la banda de la banda (Ted Templeman, Dick Yount, John Petersen y Dick Scoppettone), o el título no demasiado original del álbum: es una colección desarmante de buen gusto, melodías perfectas, versiones (llevadas a su terreno) de gente tan consagrada como Harry Nilsson, John Denver, Ottis Redding o Lennon/McCartney, y -lo reconozco- toneladas de azúcar. Entiendo que haya personas a la que la diabetes no les permita disfrutar del estilo almibarado de los de California, pero, afortunadamente para mí, no es mi caso. Yo soy más de la vesícula.
Publicado en 1969 por Warner Bros, si hoy en día puedo escuchar este disco en casa es gracias al trabajo de sellos maravillosos como Sundazed o Rev-Ola, que rescatan estos tesoros y los ponen al alcance de nuestra generación en fantásticas reeediciones, generalmente acompañando las versiones masterizadas de un montón de golosos bonus tracks, y cuidando mucho el tema del libreto original, etc. En el caso de «4«, creo que destacaría canciones como las versiones de «Poly High» de Nilsson o «Cotton Candy Sandman» de Kenny Rankin, pero sobre todo, absolutamente por encima de todas ellas, la mencionada canción de los indios, que por cierto ha conocido otras aplaudidas versiones (Jan Garbarek o ¡Cecilia Ann!, entre otros). Olvidaos de percusiones guerreras y danzas tribales, y olvidaos también del jazz experimental de Jim Pepper porque lo que viene ahora son voces armoniosas, campanillas (de campanillas), y unos arreglos de cuerda intuídos al final, capaces de fundir un iceberg en tan sólo 2:44. Y mejor no escribo nada más sobre esta canción, que me consta que estas páginas las lee alguno que sabe mucho más que yo del tema, y probablemente podría dar más y mejor información sobre esta joya, pequeña, escondida, maravillosa ¿Perfecta? No, perfecta no: para eso debería durar más. Como unos 40 años más.
«Witchi Tai To gim-mie rah
Whoa ron-nee ka
Whoa ron-nee ka
Hey-ney hey-ney no wah»
Madre mia Diego, que regresión acabo de tener. No habré hecho el tonto con Witchi tai tai tai tai y el eco infinito, casi tanto como el achiuuuu de sigur ros.
Hombre, ya tocaba.
Pues mira tú que cosas, que a los Fanfarlo les ha dado por versionar este clásico escondido, dentro de su EP de 2014 «The Sea». Podéis escucharlo (y descargarlo de forma legal y gratuita) siguiendo este enlace:
http://www.noisetrade.com/fanfarlo/the-sea
Acabo de encontrar una version de un tal louis phillipe bastante mimetica. Nunca se sabe…
¡No la conocía, gracias por el aviso! Por lo que he visto, se trata de una versión de 1993: parece que por ahí fuera hay gente a la que esta pequeña maravilla oculta le obsesiona como a nosotros…
🙂